Portada del periodico La Nueva Crónica:
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Noticias
  • La Cataplasma: 'Los lugares de la memoria VI'
    No es un videoblog porque su protagonista no sabe lo que es eso. Ni quiere. Sabe lo que es la tradición, la historias que le pasan a esa gente a la que parece que no le pasa nada importante. Maestro contador de historias, Fulgencio Fernández se asoma ahora a esta ventana en la que tendrán cabida los personajes que nunca llegaron a pensar que sus historias le podían interesar a alguien. Palabra de Ful.
  • Encuentran muerto al hombre desaparecido en Las Salas
    Trágico final a la búsqueda del hombre desaparecido en Las Salas el pasado fin de semana. La mañana de este domingo el ciudadano inglés ha aparecido ahorcado en el campanario de la iglesia de la localidad. Los últimos días los vecinos se habían percatado de un "olor extraño" en las inmediaciones de la parroquia, sin uso ya que las misas para toda la comarca se celebran en la ermita del Roblo. No ha sido hasta que un vecino ha subido al campanario cuando se ha descubierto el cuerpo sin vida del varón. Según señalan los vecinos el hombre, que se encontraba hospedado en Riaño junto a su esposa, habría intentado quitarse la vida previamente en varias ocasiones. La Guardia Civil ha acudido a la parroquia para realizar el levantamiento del cadáver y tratar de cerrar la investigación.
  • Las horas completas
    Las novelas de Luis Mateo Díez están llenas de voces, de murmullos de vida compartida entre muchos y peculiares personajes. Luis Mateo le da a la literatura un ritmo cordial donde sus entrañables protagonistas, sometidos algunas veces a disparatadas circunstancias, se acompañan unos a otros en el periplo de existir. Me encanta esa sensación de comunidad donde todos están juntos, se necesitan y se cuentan cientos de cosas y salen adelante pese a las adversidades. Sus personajes son seres que se narran dentro de la propia narración y se sienten cercanos y absurdos. Cuando leí Las horas completas estaba ya viviendo en Columbus, Ohio, y acababa de leer La fuente de la edad y me había gustado tanto que fui a la biblioteca a buscar otro de sus libros. Necesitaba seguir escuchando la melodía de la prosa de Luis Mateo y sentir todo ese trasiego lúdico de personajes yendo de un lado para otro. En Las horas completas los protagonistas eran cinco sacerdotes que salían de excursión en un viejo coche, y el viaje
  • Crisálida
    Luis Mateo ya había escrito un primer libro de cuentos cuando lo conocí, Memorial de hierbas, unos textos todavía inéditos cuya invención y escritura me deslumbraron, bien es verdad que previamente me los había contado uno a uno José María Merino con ese genio refabulador que solo él tiene. Luis Mateo trabajaba entonces en una novela, la primera de las suyas, cuyo protagonista era un tal Marcos Parra, periodista de El Vespertino, un periódico de provincias, de una provincia innominada, que tenía una aureola de profunda decadencia. Era una novela en embrión a la búsqueda incesante de un enfoque, en un continuo pasar del pensamiento al papel, de una redacción a otra, en una tarea circular mucho más gozosa que esforzada, pues Luis Mateo disfrutaba a lo Flaubert, siempre al encuentro de la mot juste, y no se permitía pasar a la palabra siguiente sin haber calibrado bien la anterior; así con cada una de las trescientas y pico palabras de un folio, las cinco mil de un capítulo, las cien mil o más de
  • Recuerdos espirituosos
    Como la «lógica formal» está muchas veces alejada de la «realidad» –lo que la buena ficción, incluso fantástica, no toleraría–, Luis Mateo Díez y yo pasamos en León nuestra adolescencia y primera juventud sin llegar a conocernos. Nos encontramos ya en Madrid, y mi primer recuerdo «espirituoso» está en una tarde que vinieron su esposa Margarita y él a casa, y mientras mi esposa Mari Carmen hablaba con ella y yo preparaba unas bebidas —para Luis Mateo y para mí, whiskys— nuestra hija María, que entonces tendría dos años y medio, fue a susurrarle a Luis Mateo que su papá «le iba a dar veneno», pues para alejarla de aquellas botellas, eso le decíamos Mari Carmen y yo que contenían... En tiempos posteriores solíamos encontrarnos los sábados por la noche en el Mayte Comodoro, para tomar unas copas, con Juan Pedro Aparicio y su esposa Isabel, y mientras las tres chicas hablaban de sus cosas y tomaban unos cubatas, los varones le dábamos a la literatura —allí nació Sabino Ordás—