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- El día después (conclusiones del 16-f)
Lo peor de la manifestación que se celebró el pasado domingo en León fue el día después. Siempre pasa igual con los entierros: los verdaderos palos llegan por la mañana. Con los sentimientos convenientemente agitados, la frustración de los leoneses un poco más exprimida, da igual que hayas recibido la compasión de todo el mundo o que te hayas tenido que compadecer a ti mismo, como fue el caso, porque los golpes más duros se suelen manifestar al día siguiente por la mañana: es cuando, quieras o no, tienes que empezar a sacar conclusiones. La semana fue dejando tantas evidencias que es mejor ponerse cuanto antes a sacar esas conclusiones para que no las saquen otros por ti. La burla del destino se solapó con la burla del ministro de Fomento y su presuntuosa estación de tren para Valladolid, valorada en 253 millones de euros. Él sólo creó más leonesistas en una mañana que todas las proclamas de la manifestación. La primera pregunta es de dónde piensa sacar el dinero si no hay Presupuestos Genera - Magnates mangantes
Si algo nos dejó claro el marxismo es que hay una explicación económica para todo: 'cherchez l'argent', podría decirse llanamente. Y que muy a menudo las cosas siguen igual con distinto ropaje. Durante el antiguo régimen, en los siglos anteriores al XIX, el habitante de un país era sobre todo un súbdito (un 'subordinado'), que debía obediencia y ocupaba un puesto definido y definitivo en una escala social rígida. Pocas ocasiones existían para ascender en ella salvo 'encontrar' un antepasado de sangre noble que probase la hidalguía. El máximo interés de tal condición consistía en no pagar impuestos y de ahí el empeño de todo hijo de vecino por conseguir un título o certificado de ascendencia que permitiera escaquearse de tal obligación, considerada un estigma, lo que movió un lucrativo negocio de burocracia de la sangre. Tal empeño sigue funcionando en nuestros días, pero en lugar de contratar un leguleyo que rebusque en los archivos hasta encontrar un antepasado notable cuyos apellidos suene - Azulejos efímeros
Sidoro, el del Bar Casa Isidoro (en el cartel Bar con Televisión Iberia), como no tenía en la pared azulejos con frases ingeniosas que, por repetidas, dejaban de serlo él te decía el pensamiento en voz alta y como que era un azulejo 'efímero', que es un concepto muy urbano eso de lo efímero. - Llevo toda la vida matando tontos y estuve ayer con el gestor y me dijo que le faltan el doble que cuando empecé. Se lo decía al primero que entraba, que si era de los habituales le contestaba igual que si le hubiera dicho ¿qué tomas? «Un cortado y una copa de Veterano». Lo malo es cuando venían los veraneantes de primeras, no sabían qué pensar, ¿lo dirá por nosotros? ¿Será un filósofo de lo rural de esos que andan sueltos? Y cuándo andaba enfrascado en estas disquisiciones le remataba con otra frase suya, otro azulejo efímero que le gustaba colgar en la pared sin clavo. «El chivo cuando es castrón, borrego hasta cierto punto, pero hay quien lo es todo junto: chivo, borrego y castrón». Que si ya no - La sirena enamorada de Chary Martínez
Hay autores y autoras de los que, cuando te das cuenta, con el paso del tiempo, ya has leído varios libros. Y eso, realmente, es buena señal. Me ha pasado con Chary Martínez y su última novela, de la que hoy te quiero hablar. La escritora, a quien ya conoces de otras cartas, tiene una prolífica y constante creación, siempre con una nueva historia que contarnos. Esta vez es distinta a las anteriores, donde el miedo y la intriga eran las reinas. Con su última creación se adentra más en las sensaciones, en el pensamiento interno, en, como no, el amor. El título es realmente llamativo, y es que mientras habitualmente para una novela se buscan títulos concretos, directos y cortos, este libro lleva uno que, ya desde el principio, nos hace una perfecta descripción del contenido y destaca por su originalidad: De cómo una sirena atravesó el mar en busca de un remoto faro y de lo que allí encontró. Sospecho que esta historia que Chary Martínez nos cuenta tienen mucho de fábula, mucho de ficción y mucho d - Cabo
Ami amigo le cupo en suerte, aquel 23F, servir como cabo a Dios y a España en la División Acorazada Brunete. De tal modo que, mientras Iñaki Gabilondo trataba de informarnos sosegadamente de cuanto estaba ocurriendo en aquella tarde oscura, él, mi amigo, el cabo Tomé, se apostaba con su acorazado frente a Prado del Rey siguiendo órdenes por lo que pudiera ocurrir. Muchos sabemos hoy lo que ocurrió, lo vivimos radiado o televisado, aquella imagen tabernaria de la España posfranquista, pero son muchos también los que lo ignoran, lo olvidan o lo manipulan. Como vienen haciendo con la historia toda, desde la mal nombrada reconquista hasta la terrible dictadura que tanto insisten en negar. Cuento esto porque mi amigo podría dar conferencias a los ignorantes, sobre todo a los jóvenes ignorantes, acerca de lo que le supuso a él perder un año de su juventud metido en un Transporte Oruga Acorazado para nada, absolutamente para nada, para cumplir un rito militar hoy, por fortuna, desparecido del calendario de