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  • Una Banyà que purifica almas en Alicante
    Alicante volvió a abrazar su fuego ancestral con la magia de la Nit del Foc. La ciudad ardió en una danza de luz y ceniza, cuando más de 200 monumentos de las Hogueras se consumieron bajo las llamas purificadoras de la Cremà. Desde lo alto del monte Benacantil, la Palmera abrió el cielo como un conjuro y dio el pistoletazo de salida a una noche en la que el fuego comenzó su obra. Pero fue el agua, de esa Banyà tan esperada, la que desató los gritos y las risas. Miles de jóvenes, empapados y exaltados, encontraron en ella alivio, euforia y, tal vez, algo de redención. Porque en Alicante, el fuego quema, pero el agua limpia el alma.
  • Un manto de perla blanca ilumina el cielo de Alicante
    Alicante se detuvo por un instante. Las luces del castillo de Santa Bárbara se apagaron y el murmullo de la multitud se desvaneció como un suspiro colectivo. Eran las doce en punto del 24 de junio y, como cada año, los ojos se alzaron al cielo. Entonces ocurrió: un trueno seco rasgó la noche y, tras él, estalló la Palmera, el emblema más brillante y esperado de la Cremà. Durante 18 segundos, un manto de perla blanca se extendió sobre la ciudad, dibujando una corona luminosa que cayó como lluvia suave sobre los tejados, los parques, las Hogueras aún erguidas.
  • El fuego inicia el hasta luego
    Últimos días de fiesta en Alicante. Les Fogueres de 1975 tocaban a su fin con un calendario repleto de actos por cada rincón de la ciudad. Alfonso el Sabio se había alzado con el premio de la hoguera de categoría especial, seguida de la del Mercado; no era –como ya saben- atenuante. Todas pasarían por el trago de la cremà que concentraba el epílogo de unas fiestas intensas que habían puesto patas arriba a todos los barrios de la capital.
  • El cuento de “los papelitos”
    Hace años que cuento cuentos en una placita de Beniardá, el pueblo de montaña al que acudimos en verano a descansar. Son muchos los niños que han pasado por los ratos del Cuentacuentos y recuerdan con cariño y añoranza tanto las historias, como el cálido ambiente.
  • Adiós a toda una vida al servicio de Alicante
    Hace más de 42 años, Alejandro Herrero se incorporó a la Policía Local de Alicante y, hace 36, José Luis Esteso hizo lo propio con los Bomberos de la ciudad. Ahora, después de toda una vida al servicio de los demás, su ciudad les da las gracias y los despide a lo grande: en la fuente de la plaza de los Luceros, tras el ciclo de mascletás de las Hogueras.