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- Implantes que se comunican con el cerebro: el futuro de la neurotecnología ya está en marcha
Implantes cerebrales que permiten a personas con parálisis mover un miembro o incluso jugar a un videojuego, que "leen" las señales cerebrales y traducen pensamientos en palabras casi en tiempo real son algunos de los últimos avances de un incipiente pero prometedor campo de la neurotecnología: el de las interfaces.Por ahora, estos logros son pruebas de concepto o pequeños ensayos clínicos que sirven para demostrar la viabilidad de una cirugía, de un biomaterial o de un modelo de Inteligencia Artificial (IA) entrenado para prever las órdenes del cerebro pero, en conjunto, son los avances que en el futuro harán realidad el desarrollo de dispositivos para asistir a las personas sin movilidad o con enfermedades neurológicas."El cerebro será posiblemente el gran desafío científico y tecnológico del siglo XXI. Y en los próximos años, las tecnologías basadas en interfaces cerebro-ordenador van a crecer de manera exponencial", pronostica el director del Instituto de Bioingeniería de la Universidad Migu - Cenas, cabalgatas… Cómo gestionar aglomeraciones y ruidos con discapacidad intelectual o autismo
Alrededor del 40% de las personas con autismo tienen problemas de desregulación sensorial, es decir, que tienen problemas para procesar la información de los sentidos. Esto se traduce en que, ante determinados estímulos externos, como ruidos, olores o luces, pueden presentar tanto una hiper como una hiposensibilidad. Si presentan hiposensibilidad, recibirán estos estímulos de una manera demasiado leve, y si presentan hipersensibilidad, los mismos estímulos pueden provocar en ellos un gran malestar e incluso desencadenar crisis por sobreestimulación.Esta es una de las causas por las que las personas autistas pueden, si presentan esta hipersensibilidad, no disfrutar de muchos de los eventos que tienen lugar en estas fechas, como las luces navideñas que adornan las calles e incluso nuestros hogares, los concurridos mercadillos y ferias, las reuniones familiares con más gente y decibelios de lo habitual o incluso las esperadas cabalgatas de los Reyes Magos.Como explica Teresa González de Rivera, psicóloga - Cinco recomendaciones para encontrar un piso compartido ‘pet friendly' en España
Mudarse por primera vez, compartir piso con amigos o compañeros de estudios, independizarse… son hitos importantes en la vida de muchas personas jóvenes. Para quienes ya conviven con un animal, sea este un perro, un gato o incluso una especie menos habitual, esa búsqueda de alojamiento adquiere una dificultad extra. Lo que debería ser tan natural como buscar un buen vecindario, puede convertirse en una odisea llena de cláusulas, desconocimiento de la ley y miedo al rechazo.La dificultad no tiene que ver con la ley estatal, sino con un mercado inmobiliario que no siempre entiende la existencia de hogares multiespecie. A pesar de que la norma general en España permite la tenencia de animales, siempre que no causen molestias o daños a terceros, tanto propietarios como comunidades de vecinos ejercen un control realista (y a veces restrictivo) sobre quién puede entrar con un gato o un perro. Esto deja a muchos jóvenes, con bajo presupuesto y una necesidad de flexibilidad, en situaciones de vulnerabilidad. F - Un apego excesivo a los animales podría perjudicar la salud mental en la vejez, según un estudio
Durante décadas, la psicología ha tratado de descifrar cómo afecta a nuestra salud mental el vínculo que establecemos con nuestros animales. La idea de que convivir con un perro o un gato tiene un efecto balsámico, casi terapéutico, el conocido ‘efecto mascota’, se ha instalado en el imaginario colectivo con tal fuerza que cuesta imaginar una relación más sencilla. Algunos estudios han mostrado que vivir con un animal se asocia a menor soledad, menor estrés e incluso menor riesgo de suicidio. Otros, en cambio, dibujan un escenario más complejo en el que no todos los componentes del vínculo tienen los mismos efectos y en el que un apego muy intenso puede, bajo ciertas circunstancias, pasar factura emocional.Esa complejidad se ha reforzado con un trabajo reciente que ha analizado en profundidad la relación entre la convivencia con animales, el estilo de apego hacia ellos y la evolución de la salud psicológica en personas mayores. A lo largo de más de siete años, un equipo encabezado por Erika Fr - La falsa serenidad canina: señales silenciosas de ansiedad que solemos pasar por alto
A menudo celebramos que un perro sea tranquilo, que no se mueva, que no pida atención o que se comporte de forma impecable en cualquier contexto. Sin embargo, lo que a ojos humanos parece calma puede esconder un estado emocional muy distinto. Según advierte Marcos J. Ibáñez, neuroeducador canino y experto en conducta y comunicación canina, existen señales frecuentes que interpretamos como serenidad, cuando en realidad podrían estar indicando ansiedad camuflada.Una de las más habituales es la inmovilidad absoluta. En muchos hogares y espacios públicos se valora que el perro permanezca quieto durante largos periodos, pero Ibáñez explica que "la inmovilidad absoluta no es relajación, sino parálisis". En estos casos, explica, el cuerpo del animal no está descansando, sino bloqueado, como respuesta a una situación que no sabe cómo gestionar. No hay descarga emocional ni recuperación, solo contención.Algo similar ocurre con ciertas miradas que solemos confundir con atención o autocontrol. El experto
21/01/1998 