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  • Las horas de Sumar
    El reloj de la vicepresidenta ha empezado a correr. Su propuesta de recortar nuestro horario –el laboral– ha topado con el muro de Junts, que es socio unos días sí y otros no, y que demuestra que tiene sus propios tempos. Aunque seguramente en el Ministerio de Trabajo haya habido tormenta y borrasca tras decaer su medida estrella en el Congreso el pasado miércoles, Yolanda Díaz va a seguir incidiendo en el tiempo, pero no en el meteorológico: ahora tratará de desgajar de su ley el control de las horas que pasamos en el trabajo, una medida estética ya que no vendrá acompañada de sanciones, pero que le serviría para escenificar ante los suyos una victoria... aunque sea temporal.
  • El síndrome de la batería baja
    ¡Y mira que yo soy de los que siempre llevan encima una batería externa! Será simple supervivencia urbana, pero siento que, hoy en día, nos hemos acostumbrado a medir la vida en porcentajes. Yo ya no digo "estoy cansado", digo "ando al 3%". Igual que mi móvil, empiezo el día al 100%, con más energía que un cohete, pero entre emails, videollamadas, cafés mal tomados, llamadas perdidas que devolver y mensajes no leídos de WhatsApp, septiembre, con su maravillosa vuelta a la rutina, me deja la sensación de estar en rojo antes de tiempo. Ha nacido un nuevo termómetro emocional: la batería vital. A media mañana ando a eso del 65% y justo después de comer, caigo sin remedio a un 39%. En ese punto aparece la tentación de la siesta: y aunque sean 20 minutos de carga rápida, pongo el modo avión y me entrego al sofá como si fuera la mejor inversión de mi vida. Lo peor es que, tal y como hago con mi móvil, aunque solo me quede un hilito de batería, sigo exprimiéndome hasta la última gota sin darle de
  • Más moderación y menos certezas
    La actividad política ha creado una atmósfera irrespirable que no se corresponde con la realidad social de este país. Claro que cada cual piensa lo que quiere y expresa sus ideas con mayor o menor acento, pero salvo los radicales e intolerantes, que no admiten otra forma de entender la vida que la suya, la inmensa mayoría de los españoles son gente tranquila que observan ya la crispación y los rifirrafes políticos con el punto de apatía al que les conduce el convencimiento de su inutilidad. Aquel principio que define la política como el arte de lo posible está siendo pervertido al punto de parecer que nuestros políticos tienen un problema para cada solución. A nadie puede extrañar el desapego creciente de la ciudadanía con sus representantes y el rechazo a una violencia verbal cada vez más acusada. Una perniciosa dinámica para el sistema muy criticada en todos los foros de la que, sin embargo, participan conscientes o no buena parte de quienes le ponen voz a la vida pública. Cuando la crispación
  • Y seguimos leyendo en papel
    Sé que puede parecer paradójico por la realidad que vivo, pero me encanta leer en papel. Esto es un problema porque casi la totalidad de mi trabajo es en un medio digital y paso una gran cantidad de horas delante de la pantalla del ordenador. Pero lo que me resulta más placentero es el formato físico.Compro un número excesivo (y absurdo) de libros y tengo claro que el papel crea un arraigo, lleva consigo una emoción. Hay unas palabras de Roberto Bolaño que me son muy cercanas: "Compro libros y ni siquiera los leo: los acaricio. Y tengo muchos libros que no he leído y sé que no voy a leerlos jamás, pero los compro y de vez en cuando los hojeo. Me gusta tenerlos cerca".No solo me pasa con los libros, también con periódicos y revistas. Me gusta trabajar en una empresa que también publica en papel porque considera valioso llegar a los lectores que llevan toda la vida acompañándonos.Decían que el ebook iba a terminar con el libro impresoHace unos años decían que el ebook iba a terminar con el libro i
  • El ataque a Polonia, visto desde Moscú
    La entrada de un considerable número de drones de ataque rusos en el espacio aéreo de Polonia ha provocado una verdadera conmoción política en nuestro lado del Atlántico. Von der Leyen, la siempre cuestionada presidenta de la Comisión, ha llegado a decir que Europa está en guerra. Técnicamente, sus palabras no dejan de ser ciertas —porque lo está Ucrania, aunque Rusia diga que no— pero nadie se las ha tomado demasiado en serio. Baste decir que Polonia, en respuesta a los apuros por los que ha pasado, ha preferido invocar el Artículo 4 del Tratado de Washington —un texto tibio que promueve las consultas entre aliados cuando alguno de ellos se sienta amenazado— en lugar del artículo 42.7 del Tratado de Lisboa, aparentemente más garantista pero respaldado por la UE en vez de la OTAN.Hemos oído multitud de explicaciones de lo ocurrido procedentes de líderes y analistas occidentales. Todas culpan a Putin, claro —aunque sus portavoces no terminan de admitirlo, los drones son suyos— pero las ac