Portada del periodico La Nueva Crónica:
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Noticias
  • División poligonal
    No tengo miedo a volar en avión, aunque sí me da verdadero pánico que me toque en el asiento central de la fila. Por eso, celebro cada vez que la compañía decide que tengo que sentarme al lado de la ventanilla. No puedo evitar quedarme dormida durante el viaje, pero disfruto del despegue y del aterrizaje, sobre todo por tener esa sensación de que ahora el 'Google Earth' soy yo. Hace unos días el avión salía de la pista con su habitual estruendo mientras yo activaba el modo ensoñación al mirar hacia la superficie. La planicie de la meseta se dividía en perfectas formas poligonales, como si las hubiera diseñado el propio Cuadrado Lomas. Algunos terrenos lucían recién peinados, listos para la temporada que les espera, otros reflejaban ya un verde brillante y, los menos, de distinto color, se mostraban a la espera de ser cultivo de provecho el año que viene. La estampa bucólica (que refuerza mi debilidad por esta tierra sin horizontes) la rompió una suerte de destello. El sol no estaba ahora haciend
  • Encuestas
    Últimamente cada vez que hago una gestión telefónica me pasan una encuesta. No importa si he llamado al seguro, a la compañía de alojamiento web o a la peluquería. De momento no me han pasado una a la salida de una sala de cine, lo cual me alegra. Esta sobreabundancia de encuestas no indica nada positivo porque es conocido que lo poco gusta y lo mucho enfada. Lo más mosqueante es que en el caso de las encuestas telefónicas (las más irritantes) éstas sobrevienen, en todo caso, sin importar si el servicio ha sido satisfactorio, mediocre, o una auténtica porquería. Dan por sentado que aún con un cabreo histórico el interlocutor va a permanecer al aparato contestando la lista de preguntas que hace un 'bot'. No ofrecen al cliente la posibilidad de explicar por qué está satisfecho o insatisfecho, lo cual dice mucho del interés que persigue la encuesta. Normalmente, lo que hacen es pedir que teclees números o que contestes con monosílabos a preguntas genéricas. Que hagas el tonto un rato, vamos. Por
  • Mojado, sí
    Compruebo que desde hace muchos años, a veces, se me va la cabeza. Y nada tiene que ver con la acumulación de primaveras. Quía. Ya, con veintiún años, di claros síntomas, merced a contadas y respetables personas cuya buena memoria guardo, y llegué a imaginarme en este país unas derechas liberales, ilustradas, modernas, capaces de creer y respetar la democracia y el Estado social y democrático de Derecho. No ficciono, no miento, créanme. Por ejemplo, el pasado 10 de noviembre, cuando fue herido en Madrid, en plena calle, Alejo Vidal-Cuadras, al oír la noticia, sin voluntad alguna mi cabeza se fue al asesinato de José Calvo Sotelo (1936); o, cuando he visto la marcha y oído el ruido de las recientes tractoradas, se me ha ido en ocasiones a Gaza e imaginado el pavor que debe ser ver un tanque dirigir su cañón hacia tu casa o tu escuela o tu hospital. Hoy, domingo en que escribo, ante las cosas leídas y escuchadas sobre la carta a la ciudadanía del presidente Sánchez y su reflexión –(tres moscoso
  • Siempre 'La Coartada'
    La palabra 'coartada', como coacción, chantaje, conspiración, etc, pertenece a un grupo de vocablos interesantes de nuestra lengua castellana, muy digno, pero que cuando se usan en determinados contextos, albergan la gran paradoja de describir el comportamiento de una determinada clase de personas que adoran el poder por el poder, en el ámbito que se prefiera: familia, vía civil, militar, eclesiástico, financiero, político o medio pensionista. Los hispanos veneramos esas palabras y las hemos convertido en el factótum de nuestra historia reciente más negra y determinante en el aspecto negativo. Todos los últimos acontecimientos que han determinado el estancamiento de nuestra convivencia y en el que se da el paso decisivo como nación, se circunscriben a la letra M y a esas palabras mencionadas, de la que sobresale 'coartada'. Como dijo Sócrates: «No puedo enseñar nada a nadie; sólo puedo enseñar a pensar», y por qué digo esto, pues sencillamente porque sin que haya coartada, nada es posible, ya que
  • La mofa de Sánchez
    Si no fuera a tener unas consecuencias tan dramáticas la alocución de Sánchez, tendría hasta cierta gracia y podrían dar lugar a un culebrón venezolano. Con el asesoramiento de Zapatero y Delcy, que conocen bien los entramados del país caribeño. Sus televisiones se lo rifarían y el éxito estaría garantizado. Ya lo dijo una popular presentadora de Antena tres: «Nosotros tenemos que informar de lo que nos diga el gobierno». Por la boca muere el pez y, este busto parlante, no por casualidad, ganó un destacado premio a su labor. ¿Periodística, tendenciosa, agradadora? –me pregunto–. Una manipulación de los medios a su servicio donde Sánchez insinuó lo que nos prepara. Siguiendo con lealtades, la manifestación en su apoyo estaba tan orquestada como los movimientos de apoyo a Franco. No faltaban los bocadillos, unas cuantas pesetas y un viaje a Madrid gratis, en un tiempo donde la mayoría de los españoles no había salido ni del pueblo. Era su única oportunidad para conocer la Capital. El Dic