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- Felicitar la Navidad en leonés
Todos queremos tener nuestra lengua propia. Como escribió Julián Marías en España inteligible, lo malo que tiene el progresismo, es que no sabe el momento de parar, cuándo poner coto a los avances, y al final ese desarrollo se termina convirtiendo en retroceso. La inteligencia histórica y lingüística de las naciones homogeneizó las lenguas patrióticas para cohesionar los territorios con la aparición del concepto estado-nación. Llevados por un ansia identitaria, nos empeñamos en levantar una torre de Babel que colme el cielo de nuestros anhelos regionalistas; terminaremos sin entendernos entre nosotros. Las pulsiones sintácticas despiertan en los sentimientos periféricos la necesidad fisiológica de usar nuestras propias palabras para diferenciarnos del resto. Me estoy acordando de cuando se permitió hablar lenguas cooficiales en el Congreso de los Diputados y los valencianos se rasgaron las vestiduras diciendo que se había hecho referencia al catalán y se había marginado su dialecto; se parece - Y pasado mañana, Navidad
Esta caída hacia la Navidad, entre cenas de empresa (si acaso) y los niños cantores de la lotería (que casi nunca toca), tiene algo de paréntesis salvador, de olvido involuntario de los días trágicos o anodinos que nos han acompañado y nos acompañan. La Navidad brilla furiosamente con sus miles de luces, de tal forma que apenas se ve el horizonte, ni el entorno, sólo ese fulgor que, de pura luz, es cegador. Pero es una ceguera voluntariamente aceptada, una manera de no ver lo que quizás nos asusta. Por supuesto, casi ningún tiempo pasado fue mejor, pero la Navidad de la infancia siempre aparece ante nosotros como un territorio de nieve y de alegría, siquiera gastronómica (aunque tampoco tanto, en aquellos días de la escasez tardofranquista). No hay tiempo más feliz para un niño, y yo, cada año, recuerdo como mi Rosebud aquel tractor de plástico azul que descubrí entre la nieve, en el balcón de casa. En aquello sigo creyendo: prácticamente es en lo único que creo. La emoción del descubrimien - Días de tormenta
Cuando un gran filósofo, poeta e historiador, y hombre de teatro, como nuestro Santiago Trancón, anuncia que publica una novela, hay que ponerse en guardia y esperar a tener el libro en las manos. Y ya lo tenemos. Y, una vez leído y estudiado, quitarse el sombrero es pobre homenaje, porque supera todas las expectativas. Nada que ver con lo que habitualmente entienden las editoriales de ahora por novela, sino un libro magistral en el que se reúnen, además de una historia, un estudio histórico-poético-filosófico, sobre un momento crucial de la vida de una de nuestras villas patrias (en este caso Valderas) en el que una sociedad rural se tambalea y está a punto de quebrar., en los convulsos tiempos de la guerra civil. ¿Clásico? No. Es difícil encontrar alguien que se ponga a contar una historia dotado de la preparación de Santiago en tantas disciplinas, además de la de la vida. Y esa preparación se va derramando a lo largo de «la historia» e impregnándola de un algo que la convierte en especial, « - Feliz Navidad
Pues, por lo que parece, el tiempo no se detiene y ya tenemos encima la Navidad…, una más o una menos. Veamos, por un lado, esto de acabar el año nos lleva a hacer balance del mismo y, por otro, habrá familias a las que éste se llevó a algún ser querido por lo que para ellos estas fechas serán muy tristes. Cuando una silla se queda vacía en nuestra mesa familiar, y navideña, nos invade la pesadumbre…, máxime cuando la muerte siega a una vida en plena juventud, ese eslabón roto que creíamos que era el más fiable, ahí ya nos revelamos frente a la iniquidad y sin poder hallar consuelo. Aunque siempre nos quedará el «cuñao», pues sí, ese que tiene soluciones fáciles a problemas complejos, pero esgrimiendo más el atrevimiento de la ignorancia que la razón y el conocimiento. Este año su esperado discursillo, o monserga, puede versar sobre los expertos en desastres naturales, como una dana, hay un montón en redes sociales, o puede disertar sobre la inmensidad del océano o, bien, como ha gana - Vega de Espinareda aún espera a que la Junta financie la protección de las pinturas rupestres de Peña Piñera
El Ayuntamiento de Vega de Espinareda sigue a la espera de que la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León colabore económicamente para poder establecer alguna medida de protección de las pinturas rupestres del castro de Peña Piñera, un Bien de Interés Cultural, después de que fueran vandalizadas el año pasado. El alcalde Javier Salgado reconoce la dificultad de salvaguardar este entorno por su extensión y por la falta de cobertura, por lo que considera que el método más factible serían unas cámaras de videovigilancia solar 4G aunque, para su instalación y mantenimiento, es necesaria la ayuda de la administración económica. Recientemente, arqueólogos de la Universidad de Vigo han estado valorando posibles soluciones que poder presentar a la Junta, pero la complicación es muy elevada. La protección física se da por descartada dado que la colocación de rejas o barreras estroperaría el paraje, y esta videovigilancia sería el único escenario posible. Para ello, el regido